lunes, 5 de diciembre de 2016

Cómo poner freno al acoso escolar y al ciberacoso

Las cifras se han disparado y han hecho saltar todas las alarmas, tanto a nivel nacional como regional. No es para menos, puesto que en el primer semestre de 2016 en Castilla-La Mancha ya se han registrado 52 casos contrastados de acoso escolar y ciberacoso, mientras que en 2015 fueron 47 los casos en todo el año, según los datos del Teléfono del Menor con los que trabaja la Consejería de Bienestar Social.A estos datos hay que sumar el 30,7 por ciento de niños y niñas que no se atreve a contar a sus padres lo que les está pasando en el colegio o instituto. Se trata de un porcentaje «oculto» de casos de acoso que si no se detecta «es complicado intervenir a tiempo». A nivel nacional los datos también son preocupantes, como lo demuestra el hecho de que en 2015 los casos aumentaron un 75 por ciento, respecto a 2015.

Y este alarmante y/o preocupante incremento de cifras, nos lleva a otras como el origen del fenómeno. Más del 90% de la población de entre 10 y 15 años tiene ya acceso a internet y móvil propio. «Poner a disposición de niños y niñas de estas edades todas estas nuevas tecnologías, como las redes sociales, además de favorecer el anonimato, favorecen que hechos o actos que podría quedar en el patio del colegio acaben extendiéndose hasta el infinito», dice Ger Martos.


Los roles del acoso

Y así este nuevo programa quiere ir más allá, además de prestar atención en un plazo máximo de 48 horas a aquellos casos que se detecten como graves, plantea nuevas líneas de trabajo en las que además de dar protagonismo a la víctima, «garantizándoles todas las precauciones posibles y absoluta discreción para que no tengan temor a represalias por lo que les está pasando», destaca Ger Martos, también se prestará especial atención a los observadores, compañeros de colegio o instituto y al acosador.

Se trata de un apoyo que se extenderá también a las familias de unos y otros. Todos «juegan un papel importante», asegura la directora general, para quien los observadores son también un punto de apoyo vital, ya que «pueden dar un paso adelante a través de la “presión pasiva” hacia el acosador y éste en algún momento pueda reaccionar». El rol del observador, en definitiva, es no convertirse en cómplice de lo que sucede a su alrededor.

Dentro del ámbito educativo se presta apoyo al profesorado para que cuenten con la formación y preparación suficiente frente a este tipo de situaciones y se desarrollarán distintos talleres con el alumnado de los centros con el ánimo de sensibilizar y concienciar sobre el respeto al otro, la convivencia, la tolerancia, la justicia…

Los padres, la familia, son otro punto de atención. Y así, explica Ger Martos «vamos a pasar información a los padres para que puedan conocer o identificar aquellas situaciones que pueda estar tapando u ocultando una situación de acoso. Y este trabajo también es importante hacer con los padres de niños o niñas que acosan. Si una familia conoce que su hijo o hija está cometiendo un acoso hacia un compañero hay que prestarle apoyo para que sepan también como actuar en esas situaciones».

FUENTE: ABC






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