Actualmente nos encontramos con la visualización de lacra del acoso escolar, y la preocupación que este suscita ante la población. El acoso escolar no es un tema nuevo, ha estado presente durante toda la vida y todos lo hemos visto e incluso algunos padecido.
No es extraño caminar por la calle y observar como la gente se da la vuelta para fijarse en esa persona diferente al resto. Ese murmullo que se genera como una simple curiosidad, sirve como aliciente a elaboración de una etiqueta que supondrá un punto de partida condicionado. Esto significa que el acoso escolar no es más que un reflejo desmesurado de la sociedad, ya que tristemente tendemos a discriminar y ridiculizar todo aquello que se presenta diferente a la mayoría.
Sin ánimo de caer en posiciones dicotómicas que deben ser superadas, la sociedad debe ser consciente de que el aula es un reflejo de ella, y que esta no puede ser entendida como un organismo independiente. Al igual que la sociedad es responsable ante un político que roba y continua en el cargo, eximir a la sociedad de las consecuencias del acoso, no solo es un error, es una irresponsabilidad. Por lo tanto, nos encontramos ante una situación que exige altura de miras, ser humilde y que nos preguntemos ¿Qué puedo hacer yo para cambiar esto?
Por otro lado, es inadmisible la discordancia que presenta la teoría con respeto a la práctica educativa. Esta situación cuestiona el papel del docente como agente profesionalizador; no solo ante la sociedad, sino también ante la creación de su propio autoconcepto. No es entendible que en los planes de estudios de algunas universidades no se encuentren asignaturas destinadas a la prevención y resolución de conflictos.
Nos encontramos en muchos casos con un querer y no poder por parte del docente, quedando la formación de este a merced de la idiosincrasia de cada uno. En la mayoría de las situaciones, las medidas llevadas a cabo con los alumnos que presentan conductas disruptivas, se producen cuando los roles de acosado y acosador ya están plenamente establecidos. Esto supone que el daño ya esté hecho.
Por lo tanto, hablar de erradicación del acoso escolar, exige ser honestos con nosotros mismos y comprender que nuestro sistema educativo no necesita ser innovado, necesita ser recreado desde su base si lo que buscamos es la inclusión. Para conseguir esto, tenemos que ser conscientes de que es necesario abordar el tema desde la familia, la escuela y la administración para conseguir un cambio revulsivo. Si no hacemos esto, continuaremos siendo verdugos y culpables de cada uno de los casos.
García Márquez afirmó que lo más importante que aprendió a decir después de los 40 años es a decir 'no' cuando es 'no'. Nosotros tenemos la oportunidad de decirlo ahora, exijámoslo.
FUENTE: El periódico
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